EL primer paso es saber qué tipo de protección solar debemos aplicarnos según nuestro tipo de piel. En el caso de las pieles claras debemos siempre utilizar un FPS cercano a 50. En cambio, si es más oscura podemos reducir a un FPS 30. En el caso de los más pequeños de la casa es imprescindible utilizar una buena protección y tener en cuenta que no debemos exponer al sol a los menores de un año, aunque a partir de los 6 meses se puede aplicar protector.
Las cremas protectoras tienen que ser de amplio espectro, lo que significa que deben proteger tanto de la radiación ultravioleta B y la A. Si sólo nos protege de los segundos evitaremos quemaduras pero no reducimos el riesgo de sufrir cáncer de piel o envejecimiento prematuro.
A la hora de aplicarlo debemos tener en cuenta hacerlo media hora antes de la exposición y volver a realizar un aplicación dos horas después.
Evitar horas centrales
Una recomendación fundamental es no exponer directamente al sol en las horas centrales del día, desde la 12 del mediodía hasta las 16:00 de la tarde.
Es importante recordar que después del verano es recomendable un tratamiento de hidratación facial en la clínica. Pide tu consulta con la Dra. Noemí Soriano.